miércoles, 17 de junio de 2009

Capítulo 1.3





El manejo de la ira o bien "Anger Management" (para no desentonar con el léxico actual), ha sido siempre mi talón de Aquiles. En cuestión de segundos, todo aquello que llamamos paz y armonía se desvanece en una explosión de sentimientos incontrolados, se esfuma dejando una estela en el mar de la tranquilidad.
Esta vez me sitúo en la casa de una pareja amiga de mis padres, no sé si eran más amigos de mi madre o de su opuesto pero amigos es lo que eran. El hombre (no recuerdo su gracia) era taxista, y al parecer era bastante hábil con las herramientas ya que no puedo quitar de mi mente la imagen de sus manos abriendo el capot del auto. Increíble maravilla de la tecnología el motor, para mi nada más que un conjunto de cosas deformes que rujían y temblaban; a partir de ese momento y para siempre, el olor de cualquier taller mecánico me trasladaría a ese fotograma lleno de emociones y ansiedad por descubrir cosas nuevas. Una tarde nos habían ayudado con una alacena de chapa que habíamos comprado de segunda mano, la llevamos hasta su casa y con un compresor la pintaron de un amarillo horripilante; mi madre siempre había tenido un gusto limitado y mientras yo observaba cómo encendían lo que hoy entiendo es un compresor de aire, mis sentidos fueron afectados otra vez. De nuevo el olor del diluyente, como una sensación de virginidad perdida, Ahhh!
Varias veces habíamos ido en colectivo y casi que retengo las esquinas del camino recorrido; pegado al recuerdo del viaje tengo la "cara" de un Bombero Loco color rojo que mi madre me había regalado, yo lo llevaba de paseo como nene con chiche nuevo.
En una de las tantas visitas el hombre sacó una moto a la calle, una de esas tipo naked al estilo Mad-Max. El cismo que generaba el motor se metía por las venas de mi cuerpito rechoncho, la emoción y adrenalina se mezclaron en miedo cuando mi padre se subió de acompañante al Misil con ruedas para ir a dar una vuelta. Mi madre ya se había consagrado a lo largo de mi historia por saber transmitirme todos y cada uno de sus miedos, esta no era la excepción. Salieron andando muy fuerte y los gritos de una casi viuda hacían armonía con los del caño de escape, el resultado: Miedo absoluto por perder al marinero que se casó con mamá.
Volviendo a casa de una de aquellas tantas visitas, mis padres decidieron hacer una pequeña parada en la farmacia. Mamá se tomó bastante tiempo para comprar lo que sea que estuviera comprando y la espera se hacía interminable y cansadora; claro que el viaje había hecho su aporte y yo sólo quería estar en casa de una vez por todas. Al terminar sus compras se acercó hacia mí con una pequeña cajita de remedios y me dijo que la sostuviera hasta llegar a casa. Algo presentí y comencé a agitar la caja, el ruido no era de blísters (nuestra casa era como una farmacia, y algo sabía acerca de la drogas legales), el peso tampoco le correspondía al objeto y ello provocaba un nerviosismo inigualable.
Después de un largo y crítico momento de deliberación todo indicaba que había algo raro con la caja; mi madre, que ya se había divertido el tiempo necesario, me miró desde lo alto y asintió finalmente con un gesto otorgando el permiso divino.
Al abrir la caja se asomó algo tan frío como el hielo, tan inesperado como el cosquilleo que provocó al deslizarse por mi mano. Era un modelo Futura hecho de metal como se hacían antes, color anaranjado y con detalles en el interior; la suspensión fue lo primero que me fascinó, parecía real.
Mi hermano aún no existía, lo cual nos coloca históricamente en plena dictadura militar. No tengo que enfatizar lo poético de la situación ya que mi padre hacía la carrera de suboficial de marina mientras la mano de su hijo sostenía una réplica de Falcon lista para volar.
Llegamos a casa y me lancé sobre la mesa a deslizar la más grande maravilla que un molde de acero había creado. Ruum! RRuummm!!! y re contra RUUMM!! Era pesado! Volaba y dibujaba caminos sobre el mantel de la mesa. La fascinación misma.
Sólo diez minutos después decidí comenzar los tests. Los detalles eran recalcables, el interior, el diseño exterior, hasta la parte de abajo estaba con todos sus elementos en relieve. Iba derecho, tenía buena inercia y la suspensión nuevamente era espectacular. Lo apreté un poco para verlo al estilo "low-rider" y fue cuando sucedió, una de las ruedas delanteras quedó metida para adentro y no había forma de sacarla. Desesperé y metí mis deditos hasta hacerlos doler pero no hubo caso, no hubo manera de deshacer aquella desgracia. Quienes me conocen pueden tal vez imaginar lo consecuente, los nervios, la ansiedad, la bronca y los dientes apretados canalizándose a través de mi brazo derecho que golpeó al maldito contra la mesa una y otra y otra vez; la rueda no salió jamás.
Un grito fue lo último que se escuchó. Mi madre no estaba en la casa y jamás vio los pedazos en el aire de aquel Falcon Futura color anaranjado, tampoco vio a su hijo llorar por ser tan incontrolable y reventar de un latigazo contra la pared aquello que más preciaba en ese mismísimo instante de ira y pasión.
Afortunadamente ella no volvió hasta que terminé de juntar el último pedacito al mismo tiempo en que la última lágrima explotaba contra el suelo.

7 comentarios:

  1. Gracias! debo decir que casi se me escapa un lagrimón de revivir el momento.

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  2. Esta historía me causaba gracia porque se cómo son tus ataques de ira, y me los imagino con la misma intensidad, comprimidos en esa hermosa bolita de rollos que eras. Ahora, así relatado me dio mucha angustia. Sabés lo que pienso de viajar en el tiempo... Te amo con toda el alma.

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  3. La verdad, excelente.
    Ahora que puedo decirte "cuña" nuevamente, me da el doble de orgullo leer esto. ¡Me encanta!
    No nos hagas esperar tanto a los que lo estamos leyendo, me muero por otro; que sentirías si después de ver por primera vez 15 min. de Batman,the dark knight, tuvieras que esperar una semana o mas para ver los 15 min que siguen, y asi... terrible tortura!
    Así que dale, deleitanos mas seguido, que si bien todos tenemos algo de magico en nuestra infancia, muy pocos tienen la habilidad (y los huevos, por que no?) de contarlo y compartirlo al punto de sentir que estamos ahi.

    Besitos Cuña!

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  4. Besos flaca y CUÑA! gracias por el comentario (el tuyo y el de todos), la verdad que así dan muchas ganas de seguir.

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